La Política en la Juventud Española

Jordan Parker

Cuando pensamos en la relación entre los jóvenes y la política, creo que muchas veces nos dejamos llevar por estereotipos, ¿verdad? El típico comentario de "los jóvenes no están interesados en nada" o "están completamente desenganchados". Pero, ¿y si les dijera que la realidad es mucho más compleja?

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Miren esto. Según un estudio reciente, solo el 22% de los jóvenes españoles dicen estar muy interesados en política. Puede sonar bajo, sí, pero espera. Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Este mismo grupo de jóvenes está más presente en actividades como protestas o iniciativas cívicas. O sea, estamos hablando de personas que, aunque no les interese la política tradicional, están ahí afuera expresándose de otras maneras. Fascinante, ¿no?

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Y, bueno, esto me hace pensar en una anécdota de cuando estaba en el instituto. Durante las elecciones estudiantiles, vi a compañeros que iban desde los que pasaban totalmente del tema, hasta los que se tomaban su candidatura como si estuvieran compitiendo para el Parlamento Europeo. Había debates apasionados sobre los problemas del instituto, pero también mucha gente que no quería votar porque, según ellos, "no valía la pena". Esto demuestra lo variado que puede ser todo este asunto.

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Básicamente, lo que muestran los datos y también lo que veo alrededor mío es que los jóvenes no son desconectados o cínicos por completo. A menudo, son una combinación de ambas cosas, y más aún, están explorando nuevas formas alternativas de involucrarse políticamente.

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Hablemos de esas formas no tan evidentes de activismo político. Porque, a ver, no todos los jóvenes están ahí votando o siguiendo a cada político en Twitter, ¿no? Muchos, muchísimos, prefieren expresarse de maneras menos tradicionales, pero súper poderosas, como protestas, voluntariado o movimientos locales. Es como si dijeran, "No voy a ir por el camino de siempre, pero aún quiero hacer ruido".

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Un ejemplo que me viene a la cabeza es el auge de los movimientos por la justicia climática. Seguro que han visto videos de jóvenes llenando las calles con carteles creativos. En España, por ejemplo, las marchas climáticas han unido a estudiantes, trabajadores jóvenes, incluso a quienes suelen pasar de la política. Es como si el tema del medio ambiente les diera una excusa, o más bien una razón, para alzar la voz. Increíble, ¿verdad?

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De hecho, les cuento algo personal. Hace poco participé en una marcha local por el clima. Y lo que más me impactó, aparte de la energía contagiosa, fue la diversidad del grupo. Chicos de secundaria, universitarios, hasta trabajadores que habían salido de la oficina con sus pancartas en mano. Ese espíritu colectivo, esa idea de que “estamos juntos en esto”, era simplemente alucinante.

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Y, bueno, este tipo de participación, más espontánea y a menudo puntual, refleja que los jóvenes no están desconectados. Al contrario, están reinterpretando qué significa realmente involucrarse en los problemas sociales y políticos.

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Ahora llegamos a lo que creo que es una de las partes más fascinantes: ¿cómo llegamos aquí? O, más precisamente, ¿cómo la historia y la cultura moldearon estas actitudes políticas en los jóvenes españoles? Bueno, tenemos que retroceder un poco en el tiempo, a esa transición política clave tras la dictadura de Franco. Imaginen esto: un país reconstruyéndose desde la tiranía y acogiendo la democracia. Para los jóvenes de ese entonces, la política era algo completamente visceral, necesario. Un cambio drástico de perspectiva, ¿verdad?

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Y aquí está lo interesante. Generación tras generación, estas experiencias históricas han dejado una marca. Pero el panorama no se mantiene estático. En la actualidad, muchos jóvenes perciben la democracia como la opción preferida –ocho de cada diez, según los estudios–, aunque critican cómo funciona. Es como un buen amigo que a veces te falla, pero aún lo valoras por encima de otros.

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Ahora, también está la influencia cultural. La presión por integrarse en el mundo adulto convive con una búsqueda constante de autonomía. Es decir, estos jóvenes están navegando en un mar de incertidumbre, donde tratan de balancear sus propias decisiones con las expectativas externas. A este fenómeno me gusta llamarlo, cariñosamente, el "limbo millennial". Es tan complejo y multifacético como, no sé, tratar de alinear un zapato en un equipaje de mano... complicado, pero posible.

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Un ejemplo maravilloso de esta dualidad es cómo los jóvenes de hoy manejan los canales digitales. En vez de conformarse con estructuras tradicionales, usan redes sociales y otras plataformas para llevar sus ideas directamente a las comunidades que los escucharán. Si miran estos movimientos, ven cómo las nuevas herramientas de comunicación digital permiten una autonomía de expresión sin precedentes. Literalmente están emitiendo sus propias voces al espacio público, redefiniendo la política a su manera.

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En resumen, el compromiso político de los jóvenes en España no es unidimensional. Depende del contexto histórico que los ha formado, los desafíos estructurales de adaptación al mundo adulto y, claro, los significados culturales con los que eligen operar. Suena a una receta complicada, quizá, con ingredientes que no parecen mezclar bien. Pero al final tienes algo único y lleno de posibilidades.

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Y ahí lo tienen. ¿La juventud está desenganchada? ¿Escéptica? ¿Alternativa? Esas categorías se quedan cortas. Lo más certero sería decir que los jóvenes, de algún modo, son un poco todo a la vez. Y eso, queridos oyentes, es lo que los hace tan fascinantes. En fin, con eso concluye nuestro episodio de hoy. ¡Gracias por acompañarme en esta exploración! Hasta la próxima.